PRÓLOGO
Esta ponencia en un principio la realizé solo con el
fin de subir mi calificación en la clase
de Historiografía de tercer semestre, fue un trabajo extra que
originalmente. Fué pensado para 4 cuartillas y una ponencia de 10 minutos. Influido
por las clases de teoría de la historia que llevaba en ese momento, en las que
veíamos las posturas de Nietzche, y un
acercamiento un tanto superficial a las ideas de Kahler, pero con esa
incertidumbre presente hasta la fecha acerca de la dirección en la que nos lleva este ímpetu científico y el porvenir
que te ofrece la profesión. Tal vez, también me encontraba un tanto presionado
y hostigado ante lo “exigentes” que se pusieron los profesores respecto al
aparato crítico. Pero este pesamiento aún me acompaña pese a la distancia.
Desde que lo leí, he sentido admiración por Descartes y el tema se adapta muy bien a la idea central que pensé al dar de alta este blog, por eso rescaté y aumenté este ensayo. Siento que merma mi discurso el hecho de no estar tan especalizado en las propuestas de Max Weber, pues para abordar dicho tema me basé ,en buena parte, en una serie de ensayos resultado de un simposio realizado en el Instituto de Investigaciones filosóficas de la UNAM en el año de 1986. Si bien ya tenía cierta seguridad de que era con lo que me iba a encontrar en cuanto a los intereses a los que responde este paso en la historiografía, es algo en lo que tengo que poner atención en revisar directamente, para enriquecer mi discurso, pues justamente planteo que no hay que depender mucho de opiniones ajenas.
Desde que lo leí, he sentido admiración por Descartes y el tema se adapta muy bien a la idea central que pensé al dar de alta este blog, por eso rescaté y aumenté este ensayo. Siento que merma mi discurso el hecho de no estar tan especalizado en las propuestas de Max Weber, pues para abordar dicho tema me basé ,en buena parte, en una serie de ensayos resultado de un simposio realizado en el Instituto de Investigaciones filosóficas de la UNAM en el año de 1986. Si bien ya tenía cierta seguridad de que era con lo que me iba a encontrar en cuanto a los intereses a los que responde este paso en la historiografía, es algo en lo que tengo que poner atención en revisar directamente, para enriquecer mi discurso, pues justamente planteo que no hay que depender mucho de opiniones ajenas.
NO TODAS LAS
FRACCIONES SE RESUELVEN CON EL MÉTODO.
[crítica acerca del racionalismo y la racionalidad aplicados a
la Historia]
1.EL PORQUÉ DEL TITULO
(Introducción)
La Historia
está tomando un rumbo del cual no le será
fácil desviarse. Elegí éste titulo por que es evidente que el discurso histórico siempre
va a consistir en referir tan solo una pequeña fracción de la realidad. Es por eso que preferí plantearlo desde
esta perspectiva tan algebraica, pues durante nuestras lecciones de
historiografía en tercer semestre de la universidad, lo primero que me vino a
la mente cuando escuché la palabra racionalismo,
fueron aquellos añejos tiempos preparatorianos en los que tenía que estudiar
para presentar mis exámenes extraordinarios de matemáticas. Me parece que son
precisamente estos tintes matemáticos los que va tomando la historia
actualmente en el ámbito académico. Se trata de una empresa muy pretenciosa,
consecuencia de la llegada de la “modernidad”.
Todo es parte de la inercia provocada por el enarbolamiento de la racionalidad y su intento de aplicación en todo tipo de ámbitos. Tanto así que la historia ya lleva varias décadas siendo considerada como una ciencia, aunque sea un tema muy discutido si realmente se trata de tal. Sé que parece muy barata esta asociación que hice entre las fracciones matemáticas y el discuso histórico. Además estoy consiente que no soy el primero, ni mucho menos el último, en cuestionar el carácter científico de la historia, pero a mí se me presentó de una forma muy clara al momento de idear este ensayo.
Quiero que se comprenda que esta explicación comienza a partir de la inquietud que me provoca este carácter tan excesivamente elitista que pretende la historia. Guardar una supuesta verdad, solo comprensible dentro del círculo de los historiadores de qué ha de servir, es materia inherte, pura vanidad. Cerrar un círculo de semejante forma termina por ir en contra de su funcionalidad misma.
Las exigencias actuales que requiere el llamado aparato crítico, me parece que es contraproducente para las aspiraciones de esta profesión, si es que lo que se busca es una verdad. Pues existen paradojas dentro de su misma filosofía, y es en lo que me concentraré en explicar.
2. RAZONAR MÁS
QUE RACIONALIZAR
Ustedes mismos juzguen: en las ciencias
matemáticas, cuando una fracción no es posible de asimilar en ciertos casos
particulares, porque uno de sus componentes no cumple las expectativas -por lo
general en el caso de que el denominador
(parte inferior) contenga una raíz cuadrada como factor-, se habla de que es
necesario racionalizar dicha fracción. Porque si se queda así, no es algo
concebible como algo racional, o
sease incomprensible, e inimaginable.
Para racionalizar dicha fracción, según recuerdo, es necesario multiplicar
tanto el numerador como el denominador por el factor que está bajo la
afectación de la raíz cuadrada que causa tantos problemas, poniendo atención en
el signo para respetar la esencia de la operación. Bueno, para no atolondrarlos
tanto con ejemplos gráficos, el punto es que puesto que ambos hemisferios de la
fracción se multiplicaron por dicha raíz, la de la parte inferior se elimina y por ende ésta permanece únicamente en el
numerador ejerciendo la función de multiplicación. Si hasta aquí no me han
entendido amigos míos, un buen ejercicio sería conseguirse un buen libro o una
buena guía de algebra, con unos cuantos conocimientos básicos será cuestión de
minutos para que lo entiendan, creanme que realizarlo es muy interesante.
Verán que, a manera de acto de magia, en esta operación existe una buena carga de lógica elemental. Después de ser racionalizada, una fracción de tales características, se convierte en una operación que nos ofrece certezas más claras. Pues mientras las fracciones no adquieran el carácter de racional, una calculadora científica o un programa convencional de ordenador no logrará procesarlas como algo que presente una solución valida. Lo que se hace es expurgarle las “incongruencias” a la fracción. Tal vez con los avanzados programas de software para ordenador que se desarrollan hoy en día con sus funciones cada vez más complejas se alcancen estas certidumbres directamente, pero eso yo no lo sé.
Espero haber explicado bien lo que para mí, es la esencia de lo que se busca al racionalizar una fracción en el ámbito de las ciencias exactas, pues lo hice valiendome de aquellos vagos conocimientos que adquirí durante mis estudios en la secundaria y bachillerato. <<Una vez que se ha comprendido esto se puede seguir adelante con el ensayo>>.
¿No
creen que es absurdo pretender aplicar una metodología que implicaría
“racionalizar” un objeto en cuestión, con base en preceptos e idealizaciones matemáticas?... Es uno de los principios de los afanes científicos de hoy en día... Conste que mi
crítica no se centra únicamente en la ya muy descalificada Historia económica,
sino más bien a la forma en que se nos está preparando en la carrera con la historiografía como eje fundamental . Se supone que se trata solo de un juego de niños frente a lo que representará elaborar
una tesis . Imaginense mi zozobra ante semejante panorama.
Mi problema no radica en que esta fracción
de la realidad comience su andar como una hipotesis, encasillada dentro de la
categoría de lo inconcebible con
miras a racionalizarse dentro la llamada ciencia histórica. De hecho tengo
cierta afinidad por lo que implica el espíritu
cartesiano. Más bien lo que dá rienda suelta a un debate filosófico en mi interior, es que muchas veces se
prescinde de esa lógica tan elemental de la que les hablé mas arriba, y lo que
se busca es más bien problematizar los
hechos o acontecimientos llevando a una
absurda exponencialización de los datos. ¿Por qué ha de ser mejor una investigación con 50 fuentes bibliográficas que
una que solo maneja seis? O mejor dicho: ¿Porqué mentir? ¿realmente el autor está tan especializado para
dominar a profundidad todas y cada una de sus fuentes de referencia, o lo hace
para llenar espacio y cumplir con las exigencias? ¿Se gana algo con elevar a la n potencia el “alcance científico” de un trabajo de investigacion,
basándose en su aparato crítico? Ponganse a pensar que a fin de cuentas termina
por no haber certezas con todo y este elaborado aparato. Voy de acuerdo en que
este aspecto le dá solidez a un discurso. Pero cuando completas un discurso con
datos tan fluctuantes - que en un
articulo de diez paginas existan más de
60 fuentes me parece exageración - es cuando uno llega a preguntarse que
tan “crítico” puedes llegar a ser como historiador, si relegas toda tu opinión
personal, o sea tu opinión CRÍTICA, poniendo una fe ciega en datos u
opiniones que no se desprenden del propio
discurso, sino que más bien termina siendo, a mi manera de ver, una forma de
avenir un río a cauces personales, muchas veces desconociendo todo el lodo y
desperdicio que arrastra.
No creo que se pase por alto que siempre en el producto de una investigación existae ciertos puntos que no pueden ser comprobados, mucho menos reproducir tal cual, como sucede en las ciencias exactas. Aunque solo se trate de una porción (por lo tanto fracción) de la realidad, ésta no se ha esclarecer de esa forma, pues tiende a atomizarse más y más conforme vayan apareciendo los distintos puntos de vista e interpretaciones. Partiendo de esto es que yo he llegado a percibir que entre más se encaminen los esfuerzos para resolver ciertas interrogantes, a través del discurso histórico; “racionalizando el numerador o el denominador de esta fraccion de la realidad”, sean cuales sean éstos, no es asi como funciona. Inclusive las mismas ciencias matemáticas identifican que para resolver un problema, lo que se busca es la simplificación, no la sectarización. Un ejemplo claro de esto son los algoritmos. Gracias a ellos se pueden resolver problemas que serían imposibles de resolver en el curso de toda una vida o mucho más. Pero no por esto quiero decir que la respuesta será reducir el discurso a axiomas. Lo que yo pienso que se debe simplificar en la ciencia histórica, no ha de ser la calidad del discurso, sino la dependencia de completarlo con fuentes banales y pensamientos ajenos. Es irónico que se caiga en la creencia de que se está problematizando un acontecimiento en pos de la verdad y que con su complicada metodología lo único que termina problematizandose son las idealizadas pretensiones de la ciencia histórica. Se me hace una postura muy masoquista y como ya dije contraproducente.
3.DESCARTES
El ser humano siempre ha tratado de
buscarle un sentido y una finalidad a las cosas. Muchas veces no se puede entender
que quizás estas cosas pasan por cuestiones meramente subjetivas. De otra forma
nos sentiríamos vacios ante situaciones que no alcanzamos a comprender y mucho
menos a entender. Es entonces que se
recurre a las explicaciones “racionales”.
Esto lo podemos ver desde un inicio en el
caso del legado cartesiano, la forma en que la élite intelectual, después de la aparición del discurso del
método buscó asimilar y reducir toda esta filosofía a tres palabras: pienso, luego existo (recuerdo haber
escuchado que Vico ya se refería con esta simplificación en su obra acerca de
las ciencias a principios del siglo XVIII), algo muy arbitrario cuando ni el
mismo filósofo en su discurso está seguro de poder explicarse con sus
disertaciones tan metafísicas usando muchas más palabras. Tan solo basta tener en cuenta que en el
contexto que enuncia su filosofía, llega un punto en el que no se puede
distinguir claramente entre el ser, y el existir. Por lo menos así lo veo por
las traducciones que pasan al castellano, donde se entiende que Descartes decidió
tomar como primer principio de la filosofía que buscaba, una verdad que había distinguido claramente: Yo pienso, luego yo soy. Resalto en negritas el hecho de que se trate
de UNA verdad por que así lo plantea Descartes y es un tema que me causa
inquietud. Y que pienso abordar en otro ensayo.
Es obvio que él racionalismo ideado por
Descartes causó un gran impacto en la
forma de construir conocimiento. Y después de ello, en busca de la
universalidad de la ciencia, se busco adoptar esta filosofía de vida cartesiana, dejando de lado
su autentico discurso y rescatando unicamente el aspecto metodológico para
justificar esta embestida de la modernidad y del capitalismo, desdeñando por
completo el aspecto filosófico que era mucho más importante. Quizás esto se
debió a lo novedoso que representaba la separación del empirismo, pero la principal
novedad era descentralizar en la concepción del conocimiento a dios, y poner en
su lugar al hombre. Sin dejar de lado su fervor religioso, de ahí que nos hable
de que puede probar la existencia de Dios. Lo que nos ofrece es una filosofía de vida PERSONAL.
Él trataba de conjuntar la lógica, el
álgebra y la geometría para sus propósitos. Y nos dice que esto a él le ha dado resultados. Pero que enajenada
interpretación aquella de aplicar semejante base metodológica a las humanidades. Pensemos en su reflexión
acerca de la construcción de edificios:
“ cuando se construye y termina
por un solo arquitecto, es mucho más
hermoso y mejor ordenados que aquellos que otros han tratado de componer y
arreglar, utilizando antiguos muros que han sido construidos para otros
fines”
No les parece que esta postura humanista se
adaptaría mejor para la ciencia histórica puesto que se supone que estamos
dentro del área de las humanidades. Ya que cuando Descartes enuncia esto en su
obra, lo hace partiendo de la forma en que ha de desarrollar toda su filosofía
que derivaría en el método. No en el método en sí. Lo cual me parece humanista
a todas luces (ja , juego de palabras), y
creanme que no lo digo por que quiera
que un discurso histórico sea hermoso como esos edificios, sino que
plantea que de esta forma existe una mayor perfección en lo que se busca.
Basta con ponernos a pensar que de acuerdo a las quejas conscientes o inconscientes que expresan algunos de mis profesores y compañeros, mas allá de la polarización ideológica de ellos, me queda claro que uno termina por construir un edificio con todo tipo de materiales. Y no me cuadra la perspectiva de que vamos a ser utilizados como peones, sirviendo a un arquitecto que teniendo presente que la verdad absoluta no existe, se empeña en sacar provecho de la gente que tiene a su servicio, en pos de sus intereses personales. Qué se puede esperar, cuando no solo el edificio, sino también el blasón con la leyenda de “verdad” en la entrada está formada de una cantidad exagerada de aleaciones que obran en su detrimento y lo hacen quebradizo. ¿Dónde queda aunque sea esa aspiración a la pureza de pensamiento?
4. EL PASO A LA HISTORIOGRAFÍA
Sólo basta con echarle un vistazo a las
corrientes consecuentes, como el positivismo y los annales. Alguna vez escuche a este respecto, que
descartes había sido superado con estas corrientes. Recuerdo que en ese momento
me pregunté del porqué de ese afán metódico. El sistema cartesiano ha de
estar presente siempre y será considerado la línea conductora del carácter
científico y métrico de la historia, dando paso a lo que se conoce como
historiografía moderna y para la cual se han creado toda una serie conceptos
plagados de “haches” de historia e historiografía, como vienen siendo:
holística, hermeneútica, heurística,
historicismo, historicidad, etc. Términos adaptados y adoptados en beneficio de esta racionalización.
No quiero decir con ésto que Descártes no
haya sido un visionario, o que se haya equívocado. Ya que los avances de la
ciencia en cuanto a tecnología, medicina, o atletismo por poner unos ejemplos son más que evidentes y están a la vista de
todos.
El racionalismo primero hay que entenderlo como un paso imprescindible. Puesto que era necesaria la secularización del conocimiento y encaminarlo fuera de la perspectiva que daba el ámbito religioso. Pero al aplicar ésto a la Historia no dá resultados tan irrefutables como los dá una fórmula matemática.
Seguramente Descartes nunca se imaginó la notable trascendencia que obtendría como producto de sus cavilaciones. Así que cuando me dediqué a solventar el vacio existente entre la publicación del discurso del método(siglo XVII) y nuestros tiempos (sigloXXI) buscando redondear mi póstura en este ensayo, me encontré conque el concepto de racionalidad dentro de la historia como ciencia, fue concebida para moverse dentro de “la economía capitalista, del estado constituyente, la administración pública, organizaciones sociales, ética profesional y decisiones privadas” . Y es que si bien el afán metodológico ya se venía dando con el historicismo de Ranke (también necesito embeberme más en su obra), es con Max Weber con quien se le dá esta atención enfocada a la historia y posteriormente a la sociología, “ciencia” inaugurada por él.
Al parecer la idea de racionalidad respecto de los fines, Max Weber la llamó “racionalidad formal-instrumental”, que identifica como una tendencia universal de los hechos. Es un tipo de racionalidad donde echando mano de elementos como el cálculo y control lo que se busca es prever el curso de la historia. Se deja de lado a la filosofía, o a mi modo de ver se abstrae y se abarata, a partir de este momento se supone que es la razón la que viene determinando el bien y el deber de “la naturaleza humana”, delimitando parametros idealizados de la acción individual, instituciones, Estado, historia universal. Es aquí cuando cayó en el escalafón todo el respeto que guardaba por Max Weber, pero ya lo analizaré por mi mismo posteriormente, pero esta ocasión nó, porque el tiempo apremia.
Según
pude identificar, entre las críticas que realizan aquellos que han estudiado la
obra de Max Weber, se presenta el hecho de que su concepto de racionalidad
entra en directa polémica con el de los ilustrados, idealistas, romanticos e
historicistas. Y que puede ser refutado desde el mismo argumento filosófico. Pero es algo que yo no he comprobado con mis
propios ojos y quisiera no extenderme más en este sentido. Lo que quería resaltar sobretodo es que
concuerdo plenamente con la postura de que este discurso de Weber fue
“construido selectivamente a partir del capitalismo industrial y el estado
constitucional […]pretende haber capturado lo propio y original de la sociedad
intelectual moderna” según nos expone Luis F. Aguilar Villanueva. Es una idea
muy capitalista,por lo tanto muy ambiciosa. Y aunque quieran negarlo, con
rasgos muy marcados de positivismo quizás alienado, en lo que se fundamenta
esta historiografía moderna.
Abordar
la Historia científicamente en pos de la
verdad es una labor
con una intención muy noble. Pero uno se da cuenta que ésta va
siguiendo ciertos criterios a los que el historiador se debe adaptar de acuerdo a
los intereses de quien valora su trabajo. La tan anhelada “verdad” quedará enajenada de sus
principios. Un tipo como yo que apenas se va abriendo paso en esta carrera no puede dejar de ver el carácter siniestro de
estas ofertas.
5.¿SERÁ NECESARIO RACIONALIZAR TODO?
Si se explica la Historia como un relato
donde una frugal trivialidad puede exacerbar las pasiones más frenéticas del
ser humano, desencadenando un hecho con enormes alcances históricos. Esto puede
ser considerado irracional, y por lo tanto no histórico. Poniendo un ejemplo: sería
incomprensible para la ciencia Histórica que Luis Donaldo Colosio fué asesinado
por un tipo que se sintió desdeñado, al no considerar justo que el candidato a la presidencia se negara a
darle un autógrafo, aunado a su coraje por que no le había regresado un libro
que le prestó tiempo atrás, antes de que Colosio ocupara una posición tan
relevante dentro de la política.
Y es que la primera declaración de Aburto tras solicitar
la presencia de los medios de comunicación, creyendo que declaraba ante
periodistas y sabiendo que estaría bajo
la mirada internacional fue: “Lo único que les puedo decir es que a la prensa extranjera
yo escribí un libro desde hace muchos años y fue entregado a él”.
Seamos
congruentes, disputas así de absurdas, las vemos cada día en esos
programas de chismes de la farándula. Relatos como mi hipotesis que acabo de
mencionar acerca de las causas del asesinato de Colosio las encontramos
perfectamente comprensibles y racionales dentro de diarios que se ocupan de la nota roja, donde son el pan nuestro de
cada día.
Si yo me propusiera elaborar una tesis más seria, sosteniendo que las razones
pudieron ser así de vagas, seguramente no me la aprobarían. Por más que la
fundamente con libros de psicología , filosofía , historía declaraciones , etc.
Como se trató de un individuo de la
trascendencia de Colosio, los historiadores y las élites del gobierno buscan
una explicación “racional”. Sobre todo si la acción fue perpetradapor alguien
que no es considerado clínicamente enfermo mental. Por qué no pensar que,
después del hecho, incluso a Aburto le hayan parecido también absurdas sus
motivaciones.Quizás un momento de testosterona alta en la que buscaba la
congruencia frente a su novia. Cuando según las declaraciones de ella ante la
PGR – que se encuentran facilmente referencias en internet- “ya lo tenía en mente”. Quizás prefiere no hablar, para por lo menos mantener su cordura ante la
sociedad y no ser tratado como un ser
irracional o loco, como pasó con el asesino de John Lennon. Buenas razones ha de tener. Más las autoridades no lo
pueden considerar así.
No quiero decir con esto que estoy en
contra del ejercicio historiográfico. La atención que se le pone al contezto
histórico es fundamental. Se está generando conocimiento y además te da un
panorama más completo acerca de tu dimensión histórica, pero a veces da la
impresión que hay muchos datos que resultan exageradamente ociosos.
Uno esperaría que con tanta erudición
histórica se vendría una avalancha
de películas o novelas apegadas al contexto histórico que se busca
reflejar. Sería una buena utilidad. Pero obviamente para los cineastas o
escritores les resulta hasta tedioso leer estos libros de Historia. A quien no
le asusta leer un libro plagado de citas. Aunque se apoyen en historiadores de
renombre, muchas veces basan sus reconstrucciones fijando sus metas en el
ámbito comercial más que en el
“científico”.
6.CONCLUSIÓN
No hay que olvidar que el hombre hace historia ontológicamente,
como dice Herodoto en el prefacio de su obra “Historias”. La razón que me
decidió a hacer la ponencia en esta
dirección fue que me embarga la idea de que lo único que se está logrando con
todas éstas exigencias es monopolizar la historia y alejarla de la gente. De
alguna forma es una “historia oficial” sin caer necesariamente en los
lineamentos de Van Ranke.
Me parece un obstáculo para la historia el hecho de que se exija tener una gran amplitud en cuanto al dominio bibliográfico para validar un trabajo. Yo lo veo con mis compañeros de clases. Muchos solo acumulan libros en su bibliografía – a veces me incluyo a mí- , solo para utilizar como relleno y no como verdadero sustento de su planteamiento. A veces quizás no utilizan los adecuados. El retorno constante a las crónicas podría ser una gran sugerencia, antes que darles total fe ciega a "las vacas sagradas".
No por esto deba quitarle importancia al
hecho de que la historiografía hace una aportación imporatntísima al analizar
las cosas en su contexto, para entender del porqué de tal pensamiento y a las
ideas que responde, Mi postura va en el sentido de que quizá nos haga falta pensar
las cosas desde una perspectiva más infantil. Hacer trabajos serios de Historia sin tantas
exigencias de fuentes ya que finalmente si es errónea
cierta afirmación acaba cayendo por su propio peso.
bibiografía:
Aguilar Villanueva Luis F, “En torno del concepto de
racionalidad de Max Weber” en Olive León[comp], Racionalidad: ensayos sobre racionalidad en ética y política, ciencia y
tecnología, México, Siglo XXI editores, 1988, pp.374
Descartes , el
discurso del método, Bogotá, Editorial Linotipo, 1979, pp 95.
Fuentes López Carlos . Antecedentes históricos del racionalismo //
No tengo la ficha de la lectura de esa clase pero en sí fue este artículo
Rabotnikof Nora,
“Racionalidad y decisión política en Max Weber” en Olive León
[comp], Racionalidad: ensayos sobre racionalidad en ética y política, ciencia y
tecnología, México, Siglo XXI editores, 1988, pp.374